08 Mar Mi sueño con la mujer del mañana
En mi sueño con ella, veo del esplendor del cielo como desciende una onda de luz que deposita energía en su plexo solar y su fecundo vientre abriga ahora el maravilloso ritual de transformar esa luz en vida.
Día tras días, con su voz y sus manos, edifica, repara y armoniza de por vida esa nueva luz. Y así, el mundo sigue dando vueltas alrededor del sol sin jamás parar.
A ratos ella se refugia en el silencio del calor para buscar su centro, y ahí es como siente ese cordón impalpable que la une a su creación, mientras el calor del sol mima su creciente coraza y le susurra que siempre hay un astro que sueña con unirse a ella.
Sueño que tiene un espíritu oriental y sereno, pero su cuerpo es romano y generoso, como si fuera ella un milenario templo restaurado con el equilibrio de dos civilizaciones.
Es hermosa sin posar, sin extravagancias, ni sofisticación y nada en ella es acartonado o desigual. Su entero ser es consistente, natural y solo se permite fantasías con el juego de sus miradas para que los sueños no se apaguen nunca.
Pero la descarga de su corriente disruptiva acelero mi sueño y enseguida percibí que esa nueva mujer no estaba hecha solo de carne y hueso y que buscaba traspasar la frontera de su vientre. Me complacía yo en su terrenal y lento andar y ahora estoy confuso; los rayos se vuelven urgentes y borran la sensualidad de sus movimientos y toda su añeja ternura.
A menudo no la entiendo y no parece que tengamos mucho en común ella y yo. Pero ahí está mi pesadilla insistiendo e insistiendo, mientras mis sabanas de seda dorada se van colando por el sumidero de la desigualdad y desnudo me quedo ante ella en la penumbra.
En esa vuelta a los orígenes, ahora la tengo a ella enfrente de mí. Tal cual nacimos, sin nada y solo nosotros dos.
Sigue la oscuridad por nuestros cuerpos, pero puedo escuchar la voz de las flores decirme que lo importante no es lo que tenemos en común sino lo que aprendemos en común.
En ese reencuentro, caminamos juntos candela en mano y abro los ojos; Ahora he despertado junto a ella y siento muy profundamente como al pulsar sus labios, de repente sus venas iluminan al mundo como cuando un soleado espejo reluce lo mejor de nosotros dos.
Ese fue mi sueño para mañana.